sábado, 23 de abril de 2011

ELVIRA: SIN HOGAR TRAS UN DIVORCIO.



Hoy, después de diez años, Elvira se fue a dormir.
            Llego a nuestra casa de la mano de un amigo que, a su vez, tenía una amiga recién divorciada que se negaba a mantener consigo, como parte de la separación de bienes, a una preciosa Basset,  propiedad original de su “ex”.
            Elvira tenía entonces dos años y el amigo común nos consultó sobre la posibilidad de adoptarla, lo que por supuesto hicimos, conmovidas ante la triste historia de la perrita rechazada por sus dueños. Y todo por un divorcio del cual no era culpable. Como vemos, no sólo los hijos son afectados por la desintegración de un hogar, también suelen serlo las mascotas, que pierden la atención de sus dueños e incluso el interés por su destino. Y esto lo digo porque durante los diez años que Elvira nos acompañó, ni una sola vez su antigua familia se preocupó por conocer cual habría sido su suerte.
            Nuestra nueva amiga se adaptó rápidamente a su nuevo hogar. Eso si, no logramos que superara los celos que le producía alguna manifestación de cariño a cualquiera de las otras mascotas. Los toleraba sin problemas, hasta tanto no tuviera que compartir atenciones. Por tal razón, le reservamos un espacio en el que ella era la reina absoluta, un corredor que dejó de ser de uso común, para ser la residencia de Elvira, en la cual nos recibía con sus características muestras de amor, correteando y haciendo ruido con su grave ronquido de satisfacción.
            Fue una perrita sana y alegre, en pocas ocasiones hubo que asistirla con el veterinario y siempre respondió con rapidez. Cuando entraba en la casa, la recorría de punta a punta, con un trotecito que hacía bambolear su robusta figura. Con el tiempo su caminar se hizo más lento y sus cortas patas parecían menos ágiles. Su hocico marrón se fue cubriendo de canas y los párpados de sus lánguidos ojos se hicieron mas pesados. Nada de esto disminuyó a nuestros ojos la belleza de Elvira, que con sus largas orejas y su mirada inocente, nos cautivó desde el primer día.
            Así la vamos a recordar, juguetona, glotona y cariñosa, con su paso lento y sus lánguidos ojos, su gruñido grave y su especial carácter, que por tantos años compartimos y que nunca olvidaremos.

jueves, 14 de abril de 2011

TUBITO: BUSCANDO PROTECCION

           
           Es media mañana y me encuentro en una comunidad de precarias condiciones donde estamos iniciando un plan de reordenamiento total. Las precarias viviendas existentes, construidas con material de desecho, estan siendo desocupadas para dar paso a las nuevas construcciones de acuerdo al plan establecido y que me corresponde ejecutar.
            El hecho de encontrarme en plena actividad no me impide observar como un pequeño perro se aproxima lentamente al grupo de personas que conversan sobre el caso que atendemos. Con evidente cautela se acerca y levanta la mirada hacia las personas, aproximándose cada vez mas al grupo y quedándose muy quieto, como para no molestar. Alguien de la comunidad lo espanta, alegando que huele mal y el pobre animalito se retira amilanado. La escena se repite un par de veces. Y lo que yo siento es que el pobrecito animal está pidiendo ayuda, tímidamente.
            Continúo entretenida en el trabajo y algunas horas mas tarde, cuando trato de ubicar de nuevo al animal no lo veo. Pregunto a algún vecino si lo ha visto y me informa que ese animal está podrido y se fue a morir a un lugar cercano, donde se almacenan grandes tubos de concreto destinados al servicio de cloacas que pronto instalaremos en el sector. Conmovida me acerco al sitio señalado y compruebo que allí se encuentra el perrito, escondido entre los grandes tubos y aparentemente dormido. Temiendo lo peor, acudo a mi cómplice en estos casos, mi hermana Marilín, a quien hago llegar un mensaje de emergencia para que se traslade al lugar.
            Mi hermana, que sospecha de que se trata, acude de inmediato y el animalito es trasladado a nuestra casa. Marilín, que es veterinaria, verifica que se encuentra en mal estado, con una enorme gusanera alojada en la zona de los genitales y parte del abdomen. Le practica una cura y lo acomoda en un baño al fondo de la casa. Al día siguiente lo atiende de nuevo, pensando que a su regreso del trabajo ya no lo encontrará vivo. Pero al regreso lo que consigue es una mirada agradecida y una maltratada cola que intenta moverse como mensaje de bienvenida.
            El animalito, al que ponemos el nombre de Tubito, en alusión al lugar donde fue encontrado, es un mestizo pequinés, que tuvo que ser operado para poder salvarlo y en la intervención perdió pare de la cola y de los genitales además del control de los esfínteres, por lo que tuvo que mantenerse en las afueras de la casa que, por fortuna, tienen la suficiente amplitud como para permitir la presencia de unos cuantos amiguitos de cuatro patas. Le instalamos una casa en un lugar cercano a la puerta de mi casa y con absoluta libertad para moverse por el área que nos circunda, vivió feliz por unos ocho años.
            Tubito se convirtió en un precioso animal de abundante y largo pelo, con unos ojos que hablaban de lo bien que se sentía. Al sentirme llegar, salía de donde estuviera para postrarse a mis pies, esperando que lo acariciara como siempre hice. Este animalito fue muy especial para mi y siempre recordaré la imagen de aquel pequeño animal que se aproximaba con temor hacia lo que intuía era su salvación, la protección humana que tuve la suerte de poder darle.